Es una realidad, el teletrabajo ha llegado a nuestras vidas repentinamente y parece que todo apunta a que va a quedarse. Y no, no porque esta terrible pandemia vaya a ser eterna, sino porque muchos profesionales y empresas se han dado cuenta que es posible seguir funcionando y ser productivo trabajando fuera del espacio común de oficina.
Y es que era una evidencia que a este país le estaba costando asumir, los tiempos han cambiado, la tecnología manda. Hoy en día podemos hacer casi todo desde casa con un teléfono y un ordenador. Muchos empleos pueden realizarse sin alteraciones de esta manera.
Ahora bien, como digo, no estábamos mentalizados para esto. Aunque muchos deseaban y rezaban por una mejor conciliación familiar, por no estar fuera de casa doce horas al día para estar sentado frente a una pantalla, nuestro sistema laboral no había empezado a gestionar la organización de esta nueva modalidad de trabajo. El sistema legal, por ende, tampoco estaba preparado para ello.
La pandemia y los confinamientos han creado una nueva dinámica a la que ha habido que adaptarse deprisa y corriendo. Para algunos ha sido una bendición, para otros no ha resultado como esperaban.
Si eres de los que tiene hijos, ya sabes por dónde voy…👧🏻👦🏻👶🏻
Teletrabajar es precioso en la teoría, pero en la práctica pierde esplendor si lo pintas de la siguiente manera: un piso de tamaño medio (pequeño, para qué lo vamos a negar), sin un espacio de trabajo decente preparado (siempre hemos tenido el despacho fuera, no había necesidad), con los niños saltando y revoloteando alrededor, con las camas sin hacer, la colada acumulándose, la comida sin preparar, el polvo sin limpiar y la compra sin hacer. Todo a la vez.
El teletrabajo ha hecho que la frase “ojos que no ven, corazón que no siente”, tenga más sentido que nunca. Cuando no estás en casa te das cuenta de menos cosas, parece que las necesidades son menos urgentes. Los niños van al colegio u otra persona se encarga de ellos, limpias cuando puedes y, sino, mientras la suciedad no te devore puedes hacer la vista gorda, si no hay verdura fresca, por un día que pidas pizza no pasa nada...🍕
¡Ay! Pero cuando pasas 24 horas en casa la cosa cambia, pues a todos nos gusta estar en un entorno saneado y ordenado, porque si no, entre unas cosas y otras, ya ni descansas ni trabajas.
Los niños tienen muchas necesidades (aunque depende de la edad), lo normal es que requieran la atención y cuidados casi constantes de sus padres. Los niños tienen que hacer los deberes, desayunar, ducharse, jugar, comer, merendar, cenar y moverse en un hogar donde las pelusas no se queden pegadas a su cuerpo cada vez que dan un paso. Se me olvidaba el detalle de que también necesitan ropa, limpia, a ser posible.
¿Te parecen muchas tareas? Pues súmale el hecho de que tú también necesitas comer y ducharte (lo de lavarse el pelo podemos relegarlo a una vez por semana) y, finalmente, sí, también tienes que trabajar. Un cóctel explosivo.
Estar en casa diariamente con tus hijos hace que el resto de necesidades básicas se vuelvan más imprescindibles que nunca, dejando poco margen para trabajar, o al menos, para hacerlo tranquilamente.
“Mamá, tengo hambre”; “Papá ¿Cómo se hace este ejercicio de mates?”; “Mamá, me aburro”; “Papá, tengo caca”.
Y así cada cinco minutos. ¿Es posible trabajar así?
La respuesta es sí, aunque malamente (tra, tra).💃🏻💃🏻
No es nada fácil, pero mantener la serenidad y la paciencia son claves, no solo para nuestra profesión, sino también para el ejercicio de nuestro papel como padres. Esto es todo un reto que pondrá a prueba el tipo de progenitor que somos. No es lo mismo estar con los hijos cuando no hay obligaciones laborales entre medias, que cuando se te acumula el trabajo y tienes que escuchar sus peticiones 24 horas al día, 7 días a la semana. Es como el salto del noviazgo al matrimonio. Al principio todo hermoso, os veis los fines de semana engalanados y relajados. Cuando vivís juntos el cuento cambia ¿Verdad? Pues eso…
Sí existen, sin embargo, una serie de recomendaciones que puedes intentar seguir y aplicar. No siempre será posible, pero el hábito hace al monje y en la constancia está la clave. Respira hondo, sé consciente que habrá días mejores y días peores y no desistas en el intento de establecer una rutina que funcione para todos los miembros de la familia:
- Lo dicho, rutina, rutina y rutina. Establecer unos horarios marcados para organizar el día. Nos despertamos, desayunamos, vestimos y dedicamos un rato a las obligaciones.
- Estas obligaciones son igual de importantes para los niños, bien sean deberes (porque son más mayores) o algunos juegos. Mientras tú trabajas, intenta que ellos también se centren en sus tareas. A los peques les gusta sentirse integrados y copiar a papá y mamá. Si les haces formar parte de tus compromisos seguro que se sienten mejor y tal vez te den un pequeño respiro.
- Si tanto tú como tu pareja teletrabajáis, establecer turnos y así uno podrá trabajar más tranquilo mientras el otro se encarga de la casa y los niños.
- En caso de necesitar ayuda extra (si no hay confinamiento) programa algunas horas y días a la semana en las que alguien venga a ocuparse de tus hijos para que tú puedas, exclusivamente, sacar adelante el trabajo. Créeme que, cuanto menos tiempo tienes, más te cunde. Esto ayudará a descargarte y a que puedas afrontar el resto de la semana y responsabilidades con menos estrés.
- Date un respiro. Tienes demasiadas cosas que hacer, pero si no bajas el ritmo acabarás explotando. Los fines de semana deberían ser sagrados. Resetear y volver a empezar permitirá que no te vuelvas loco en el proceso.
Como digo, el teletrabajo no solo es un reto a nivel profesional, sino que marca nuevos desafíos familiares. No eres perfecto, no eres una máquina, nadie lo es. A veces podrás con todo, a veces no. A veces perderás los nervios, pero piensa siempre en positivo. Esto es duro, pero vas a aprender a ser un gran trabajador altamente efectivo, capaz de concentrarse en situaciones imposibles.
Y lo que es mejor, querido lector, sin duda vas a aprender a ser mejor papá o mamá de lo que ya eras. Sonríe y teletrabaja, viene una nueva era.